Teresita explora su carácter de niña.
Si la madre no habla de los defectos de la hija, va a ser ella misma quien descubra algunos detalles de su personalidad infantil. Los resume en el amor propio. En las dos anécdotas que Teresita nos narra se trata más bien de orgullo o dignidad herida, por una parte, y de una cierta coquetería por otra. En la primera se muestra insobornable y en la segunda reacciona con una cierta indiferencia externa aunque interiormente está en desacuerdo.
Aparte de otras consideraciones, ¡qué buen ejemplo el de Teresita para saber reconocer la verdad de la propia vida, tanto en los aciertos como en los errores! Teresita deja traslucir libertad y madurez para llamar a las cosas por su nombre y no engañarse con falsas palabras ni vacuos halagos.«Tenía también otro defecto (estando despierta), del que mamá no habla en sus cartas, que era un gran amor propio. No voy a darte más que dos ejemplos para no alargar demasiado mi narración.
Un día, me dijo mamá: “Teresita, si besas el suelo, te doy cinco céntimos”. Cinco céntimos eran para mí toda una fortuna, y para ganarlos no tenía que bajar demasiado de mi altura, pues mi exigua estatura no me separaba muchos palmos de suelo. Sin embargo, mi orgullo se rebeló a la sola idea de besar el suelo, y poniéndome muy tiesa le dije a mamá: “¡No, mamaíta, prefiero quedarme sin los cinco céntimos...!” En otra ocasión teníamos que ir a Grogny, a visitar a la señora de Monnier. Mamá le dijo a María que me pusiese mi precioso vestido azul celeste, adornado de encajes, pero que no me dejara los brazos al aire, para que el sol no me los tostase. Yo me dejé, con la indiferencia propia de las niñas de mi edad; pero interiormente pensaba que habría estado mucho más bonita con los bracitos al aire.»
(Manuscrito A 8rv)
Agradecimiento especialisimo a Fr Ricardo ocd
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