A veces pintaba o escribía poesías. Nada extraordinario. Dada su debilidad de enferma no pudo seguir todos los actos de comunidad ni practicar las penitencias de la Orden y, sin embargo, avanzaba velozmente hacia la santidad haciendo actos extraordinariamente pequeños pero vivificados por un amor purísimo. Ese es el secreto de su vida espiritual.
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