Teresa del Niño Jesús vivió en grado eminente la verdad de la fe divina que le infunde la seguridad, la certidumbre de ser amada por el Todopoderoso. No concebía ella a Dios sino a la luz de la profunda expresión de San Juan: Dios es caridad (1 Jn. 4, 16). No sin designio especial de Dios, Teresa, huérfana de madre desde su primera infancia, se volcó en la persona de su padre, y adquirió la experiencia, digámoslo así, del amor paterno más tierno y solícito. Nada tiene, pues, de extraño que apenas oyó hablar de Dios, de un Dios Bueno, de un Dios que es «Nuestro Padre», su alma de niña se sintiese naturalmente inclinada a representárselo a imagen de su padre de la tierra. Y procediendo sin saberlo por el método que los teólogos llaman «via excellentiae», aplicó a Dios, superado hasta el extremo, hasta lo infinito, el amor de su padre, su ternura, su solicitud.
fuente: abandono.com
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ResponderEliminarbendiciones teresianas hermana!
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