La espina de espinas...

La clave, a disposición de Teresa a la edad de tres años, se podría encontrar en sus propias hermosas palabras: "En verdad todo en la tierra me sonrió, me encontré flores esparcidas en cada paso, y mi disposición natural y feliz ayudó a hacer la vida más brillante. Pero una nueva era estaba a punto de amanecer. Iba a ser la esposa de Nuestro Señor en tan tierna edad que era necesario que debe sufrir desde la infancia. "

La primera y posiblemente una de las espinas más penetrante que penetró el corazón de la Pequeña Flor, fue la muerte de su madre querida. En sus primeros años, la señora. Martin se había herido de gravedad en la esquina de una mesa. El resultado fue una dura hinchazón en el pecho. No era característico de esta noble señora a quejarse. Ella ocultó el dolor que asistieron a la inflamación en el principio. En el transcurso del tiempo, sin embargo, la enfermedad se convirtió en un tumor fibroso que dio a la madre de esta familia, grande preocupación. Por más de dieciséis años, consiguió ocultar su condición a su familia. Con una sonrisa en su rostro y una oración de resignación en su corazón, se fue con las múltiples funciones de esposa, madre y ama de encaje. (28. VI)

de: La vida de la Pequeña Flor, de Rev. Albert Hutting