El conocimiento del mundo de las almas sin fe no le fue dado como una iluminación del Espíritu destinada a abrirle perspectivas nuevas para avivar su celo apostólico, como había ocurrido a Santa Teresa de Jesús cuando la visita del Padre. Maldonado, franciscano, de vuelta de México, la inflamó por la noticia de los "millones de almas que allí se perdían por falta de doctrina", como narra en sus Fundaciones.
Teresa del Niño Jesús, sabía que había "impíos que no tenían fe", pues una sobrina de su tía la Sra. Guérin, Margarita Maudelonde, se había casado con un reconocido ateo, el señor Tostain, representante del presidente de la República en Lisieux.
Pero en la fe de Teresita, "tan viva, tan clara", ella creía "que, cuando negaban la existencia del cielo", hablaban en contra de sus pensamientos, porque, para Teresa, la existencia del cielo era entonces tan evidente, que para un espíritu recto y sincero resultaba imposible no admitirla, Decía "el pensamiento del cielo me hacía totalmente feliz", y de repente, se le concede el conocimiento, no externo sino íntimo, experimental, del mundo de las almas sin fe al verse ella misma inmersa en él: "Dios permitió que mi alma fuera invadida por las más espesas tinieblas y que el pensamiento del cielo, tan dulce para mí, no fuera en adelante sino motivo de lucha y tormento ... ".
Teresita no participaba de los sentimientos de estos ateos y renegados, sino que tratando de defenderlos se encontraba en su compañía y, Jesús le "hizo sentir", sólo sentir, que realmente hay almas que se hallan en estas tinieblas del espíritu. Esta toma de conciencia del drama de los incrédulos irá profundizando en su corazón, en el transcurso del tiempo. Cuando escribía esto, no sabía que duraría, dieciséis meses y veinticinco días, ¡hasta la hora de su muerte!
No era una prueba de orden moral, afectiva o psicológica, no era una crisis pasajera, sino que era una prueba de orden teologal, impuesta por Dios para purificar su fe de lo que tenía de demasiado natural, para quitar todo lo que pudiera haber de satisfacción natural en el deseo que tenía del cielo.
Teresa ayúdanos a saber recibir las rosas que nos mandas y a vivir por y con Jesús, las Noches
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