Cada acto de Teresita es el magisterio de Jesus... eso es su vida, su libro!..
Y no una autobiografia. Teresita es la realidad docente y vivencial
que ilumina los oscuros rincones de la vida humana.



lunes, 1 de febrero de 2010

UN MILAGRO QUE CUMPLIÓ 100 AÑOS



“Mi camino es seguro”

La enigmática expresión “mi Camino es seguro y no me equivoqué siguiéndolo”, pronunciada al final de la aparición que tuvo lugar en el monasterio de Carmelitas Descalzas de Gallipoli la noche del 16 de enero de 1910, aludía al “Caminito de Infancia Espiritual” de santa Teresita.

En un primer momento, las propias carmelitas no pudieron comprender el significado de aquella afirmación salida de la boca de una joven carmelita fallecida apenas hacía 13 años en un lejano monasterio de la Normandía francesa, en Lisieux, y que significaba la “confirmación de su Caminito de Infancia Espiritual”.

La Madre Carmela, priora del monasterio en aquel momento y testigo de la aparición, relató el evento milagroso que fue documentado en el proceso de beatificación de la “santa más grande de los tiempos modernos”





“La noche del 16 de enero, me encontraba muy enferma y también muy preocupada por las dificultades que atravesábamos. Eran las tres de la mañana, y casi al límite de mis fuerzas me incorporé en la cama para poder respirar un poco mejor y después me volví a dormir. Entonces tuve un sueño y sentí como que una mano me tocaba y poniéndome la sábana sobre la cara me cubrió con delicadeza.

Creí que era alguna hermana de la comunidad que había querido hacerme este acto de amor y sin abrir los ojos dije: “déjame, que estoy sudando”.

Entonces, una voz dulce desconocida para mí me dijo: “no, lo que estoy haciendo es algo bueno” y arropándome de nuevo dijo: “mira, el buen Dios se sirve tanto de los moradores celestes como de los de la tierra para socorrer a sus siervos. Aquí tienes 500 liras con las que podéis pagar la deuda de vuestra comunidad”.

Yo respondí que la deuda de la comunidad era sólo de 300 liras y ella me dijo: “De acuerdo. El resto sobra, pero como no podéis tener el dinero en la celda, ven conmigo.”

Pensé “¿cómo puedo levantarme estando así toda llena de sudor?” Entonces la visión celestial sabiendo lo que estaba pensando añadió sonriente: “la bilocación vendrá en nuestra ayuda”. Y al momento me encontré fuera de la celda en compañía de una joven hermana carmelita, de cuyo hábito y velo salía una luz de paraíso que iluminaba el camino.



Ella me condujo abajo a la sala del torno y me hizo abrir una caja de madera donde estaba la nota de la deuda de la comunidad y depositó las 500 liras. Yo la contemplé con un profundo sentimiento de admiración y después me postré para agradecérselo diciendo: ¡Oh, Santa Madre Mía” Pero ella me ayudó a levantarme y acariciándome con carillo replicó: “no soy nuestra Santa Madre, yo soy la sierva de Dios sor Teresa de Lisieux. Hoy se festeja en el cielo y en la tierra el santo nombre de Jesús”. Y yo conmovida, no sabiendo qué decir, exclamé, más con el corazón que con los labios: “Oh madre mía,…” pero no pude continuar.

Entonces la celestial hermana después de haber puesto su mano sobre mi velo, como para ajustarlo, y haberme hecho una caricia fraterna se alejó lentamente.

“Espera, le dije, no conoces el camino”. Ella con una sonrisa celestial me respondió: “no, no mi camino es seguro y no me equivoqué siguiéndolo”.

Me desperté y, a pesar de mi cansancio, me levanté y bajé al Coro y comulgué.

Las hermanas me miraban y no viéndome como de costumbre querían llamar al médico. Al pasar por la sacristía las dos sacristanas me insistieron preguntando qué me pasaba. También ellas querían que me fuera a la cama y llamar al médico.

Para evitar esto les dije que había tenido un sueño que me había conmovido totalmente y se lo conté con sencillez. Estas dos religiosas quisieron entonces ir y abrir la caja, pero yo les respondí que no se debía creer en los sueños. Finalmente, dada su insistencia, lo hice. Fui al torno, abrí la caja y allí encontré realmente el billete milagroso de 500 liras.”