
"Teresita de Lisieux, con la sonrisa exquisita de su rostro digno del pincel de Leonardo da Vinci, y con su libro, que es una flor de la literatura francesa, ha cautivado al mundo.
Las gentes, sorprendidas de este imperio repentino y universal, se dejan arrebatar por la impetuosa corriente que las lleva hacia ella y se complacen en decir que ha llegado a ser santa sin hacer nada, lo cual parece verdad, aunque no lo sea; y la propia Teresita sonreirá, porque ella, hija de estos tiempos, sabe que hoy es más fácil conquistar y santificar a los hombres convenciéndolos de que no hay que hacer nada extraordinario, que mostrándoles el camino de la Trapa o el martirio.
“¿Cómo quiere que la llamemos cuando esté en el cielo?”, le preguntaron un día las novicias, y ella contestó: “Llámenme Teresita”. Y a su hermana Paulina que la interrogaba: “Nos mirará desde el cielo?”, le responde: “No, bajaré a la tierra”.
Lo ha prometido y lo cumple, y sus manos no se cansan de repartir gracias sobre los corazones que la invocan, porque creen en ella, ablandados por la misteriosa dulzura de esta gota de miel que ha caído sobre la impenitencia y amargura del mundo moderno.
¡Gracias Teresita!
No hay comentarios:
Publicar un comentario