
Su doctrina habla de que Dios está en todas partes, en toda situación y en toda persona y que son los sencillos actos de la vida, hechos con amor, el camino hacia la santificación:
«La santidad no consiste en ésta o la otra práctica, sino en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre.»
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