
El centro de su espiritualidad es la misericordia o amor de Dios. Por encima de todo enfatiza siempre la misericordia divina, ante la cual confía y nada hay que temer. Ante todo, Dios es Padre y Jesús es su Hijo misericordioso.
Escribió: "¡ Oh Jesús!...estoy segura de que, si por un imposible, encontraras un alma más débil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores más grandes aún, si ella se abandona con entera confianza a tu misericordia infinita."
(manuscrito "B").
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